Diciembre ya está aquí, y muchos, al pensar “Diciembre” también piensan “fiestas”. En realidad ya nos obligan a pensar en Las Fiestas a partir de ese evento tan absurdo, consumista y muchas veces engañoso del “Black Friday”. A partir de entonces se pretende que sí o sí ya empiezas a comprar regalos y, también, comida. Si vives en una ciudad, si miras los anuncios de la tele, si estás en las redes y si lees prensa, por ese bombardeo de información que nos va llegando continuamente desde casi todos los lados, es prácticamente inevitable el efecto contagio de Las Fiestas como evento de máximo consumo. Y a mí, como PAS, esto no me sienta bien.
Está claro que el aumento espectacular de anuncios en esta época del año no es casualidad. Nos quieren vender felicidad, reuniones familiares llenas de amor y ternura, ropa de marca, joyas, perfumes, regalos de todo tipo (preferiblemente caros y con pantalla), premios en las loterías, mesas adornadas que apenas sostienen unas cantidades ingentes de comida (marisco, carnes de lujo, turrones, chocolates, postres…) y del alcohol mejor ni hablar, pero no que nos venden son ilusiones, sueños y falsas expectativas. No digo que no haya familias que no celebran las fiestas con parte de estos “ingredientes” supuestamente necesarios pero creo que la realidad para muchas personas de la España de hoy en día es un poco hasta bastante diferente. Y no lo digo por ser pesimista, para nada. Lo digo por ser realista, por no querer ser engañada, porque mis valores personales no coinciden con lo que estoy viendo.
Aparte de todo esto está “el tema PAS”: el hecho de que tanta información fácilmente me llega a saturar. Cómo bien sabes, a las personas con alta sensibilidad les llega mucho más información que a las personas que no comparten el rasgo, y encima tenemos esa cosa de dar muchas vueltas a cada tema con el que nos vamos topando – en mi caso algo que me hizo compartir las primeras dos alineas. Para muchas PAS es difícil discernir entre lo que es verdaderamente importante y lo que lo es menos, con lo cual siempre existe ese riesgo de quedarte colgado en el “run-run” como puede ser (me quedo con el tema “Fiestas”): ¿Qué me pongo? ¿Qué les sirvo? ¿A quiénes invito sabiendo que fulana no se lleva bien con fulano? ¿Qué regalo le compro, o no compro nada? ¿Árbol sí o árbol no?… y un largo etcétera.
Si perteneces a ese grupo de PAS que prestan mucha importancia a ese deseo de “quedar bien”, los run-runes pueden llegar a agotarte. Me explico: igual si piensas en tener invitados en casa para celebrar o si vas de invitada o invitado, gastar energía y preocupaciones en cómo otras personas te verán o qué dirán de ti es tiempo perdido ya que simplemente es algo que no vas a poder controlar – ni en las fiestas ni nunca. No depende de ti, depende del juicio y de la percepción ajenos. ¿No me crees? Invierte los roles y pregúntate por tus opiniones sobre las otras personas – lo que piensas sobre otra gente no depende de ellas sino de tu propio criterio, algo que es totalmente tuyo y personal (y espero que seas capaz de discernir en lugar de juzgar y/o criticar…)
Otro tema que puede dificultarte disfrutar de las reuniones familiares o con los amigos es el de la trampa de comparar. La persona que compara no puede conectar. Mientras que esto es verdad siempre y en cualquier situación, se supone que la Navidad es una fiesta en que celebramos el Amor y la conexión más profunda, lo de comparar realmente no pertenece al espíritu navideño. Compararnos con los demás es una cosa que solemos hacer involuntariamente. Como muchas PAS tienen la autoestima tendiendo a la baja, acaban de sentirse mal porque se suelen percibir como menos en todos los sentidos (menos guapa, inteligente, divertida, esbelta… etcétera). No es un buen lugar para estar si quieres disfrutar de las fiestas. También es posible que te percibes como más que los otros –más noble, más educada, más consciente, más honrada- y esto tampoco es una emoción que te permite pasar un rato agradable y en armonía. En realidad nadie es “más” o “menos”. En realidad todos somos como somos en un determinado momento de nuestro recorrido vital. Si consigues atrapar tus pensamientos comparativos y puedes ajustarlos a la realidad y a la aceptación ya te sentirás mejor y más feliz; y si puedes dar un pasito más y colocarte en una actitud de curiosidad y de asombro, te garantizo que tu capacidad de ser empático se pondrá en “full” y que gozarás del encuentro.
La tercera trampa que puede destruirte las fiestas es la trampa del estrés. El estrés se produce en función de las trampas que he mencionado antes, pero también por el hecho de que las Fiestas te sacan de tu rutina y te “piden” que hagas cosas que normalmente no forman parte de tu ritmo diario y que, por tanto, te exigen tiempo y energía. Gastar tiempo que normalmente tienes reservado para ti y el autocuidado y la necesidad de poner energía en, por ejemplo, hacer más compras de lo normal, pasar más tiempo en la cocina de lo normal, hacer más (y mejor) limpieza de lo normal porque vas a tener invitados, se traduce en estrés. Ya sabes, un poco de estrés no es malo, pero acoger más trabajo y responsabilidad de lo que te conviene, puede resultar en que en el momento de la celebración estás tan agotado o hipersensibilizado (el estrés hace aumentar nuestra sensibilidad y llegamos a irritarnos por todo) que no consigues disfrutar con el riesgo de estropear las festividades para ti y para todos. Procura pues medir bien tus energías y tus límites, y si puedes, delega y comparte tareas. Ah, y ¡cuidado también con el saboteador del perfeccionismo!
Antes de lanzarte en querer copiar esa imagen de las Fiestas que nos dan a través de la publicidad, pregúntate seriamente cómo quieres y necesitas celebrar la Navidad y, también, Reyes. Qué es lo que más te aporte en plan armonía, conexión y equilibrio vital. ¿Cómo tiene que ser tu fiesta para que puedas disfrutar de ella? ¿Cuáles son tus valores y qué puedes hacer para respetarlos? ¿Dónde quieres poner el acento? ¿Valoras en primer lugar el estar juntos, hablar, compartir y conectar? ¿Quieres ofrecer una comida espectacular, eres partidario de una comida simple o prefieres que cada uno de los invitados traiga un plato? ¿Quieres muchos regalos, quieres un regal(ito) para cada uno o prefieres celebrar sin regalos? ¿Te ha ocurrido de cambiar los regalos por simples poesías escritas por ti mismo, o una carta personalizada expresando gratitud que se puede leer en voz alta?
Y, cómo último apunte, si vas a tener familia en casa durante varios días, o si vas como invitado a pasar unos días en casa con familiares, el riesgo de estrés puede verse aumentado. Te recomiendo leer este artículo para ir prevenido: Altamente sensible y tener invitados en casa.
Quiero dejarlo aquí para no saturarte más. Lo único que me queda es desearte una época navideña preciosa al estilo que más te convenga y con las personas que más te quieran. Te deseo conexión y empatía, Amor y aceptación – no solamente para la Navidad, sino también para el año que viene.
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6 comentarios
Hola, tengo 43 años y apenas hace unas semanas empecé a conocer de este tema de las personas PAS, me hace sentir tan cómoda saber que no soy rara, referente a las fiestas, solo las disfruto cuando hay personas afines a mí.
La Navidad para mí estos últimos años la paso yo sola, descansando y haciendo cosas que me gustan me siento bien, pero parte de la familia no logra entender por qué me aislo, ….yo hasta hace poco tampoco lo entendía.
Agradezco a personas como tú qué nos aportan información para conocernos a nosotros mismos y por lo tanto aceptarnos y ser felices.
Gracias, saludos desde León, Guanajuato, México
Gracias, Alma, por tu feedback. Un abrazo desde España.
Hola me presento mi nombre es Carla y vivo en Québec, Canada, pero soy originaria de Uruguay. Me gusta mucho tu blog, siento un alivio de saber que hay otras personas que ven el mundo o sienten las cosas de una manera parecida a la mia. Con respecto a las fiestas, he sido bendecida pues las ultimas navidades la he pasado tranquila y en paz. Tal vez la gente no lo entiende pero yo la paso super feliz sola pues mis hijos se van con su padre. No compro regalos, no preparo comida y cero stress, solo me propongo descansar sin ningun objetivo en particular, sin tener que dar explicaciones a nadie, esos dias en soledad son el mejor regalo que me puedo dar, me permiten recargar las pilas y mantenerme al margen de toda esa locura que como tu bien dices no es mas que una gran fantasia.
Buenos días Carla, gracias por compartir su experiencia. Es genial poder celebrar de esta manera, sin obligaciones que -muchas veces- crean un mal sentir. Para mi no es ‘fantasía’ en sí, pero me molesta y me duele el consumismo alrededor de las fiestas y las falsas expectativas que se van alimentando a la gente, algo que, al final, suele generar un malestar. Le deseo todo lo mejor para el 2019 🙂
La lectura del artículo me ha estresado, sólo de pensar todo el protocolo que se avecina. En mi familia nunca celebramos especialmente estas fiestas, sólo dos comidas y poco más. Siempre nos pareció más importante la comunicación y el sentimiento auténticos. Personalmente, opino que es mejor ser sincero y no asistir a celebraciones donde uno no sienta interés verdadero. No quiero regalos ni tampoco los hago. Es mucho más importante el amor verdadero, que se transmite en cada acto, en cada mirada y comentario. Es importante para mí saltarme las pretendidas obligaciones, ser libre para escoger siempre, aprovechar todas las oportunidades implicándome de verdad en aquello que siento, no tener que explicar cada una de mis excentricidades. Y las personas que me conocen ya lo saben, al principio se extrañan pero después entienden que funcionar al margen de las programaciones sociales, especialmente las mercantiles, tiene muchas ventajas para la comunicación personal.
Mucha alegría y bienestar para todas las personas PAS y no PAS, en esta época especialmente por aquello del fin de periodo solar como mínimo. En realidad debería ser un momento para acercarnos, encontrarnos y sincerarnos.
Saludos
Hola Juan,
Gracias por tu feedback. Estoy contigo – no subirte al tren del consumo, yaa que Navidad no tiene que ver con esto. Ser sincero y honesto, no aceptar por «quedar bien», aunque sí me puedo imaginar aceptar invitaciones (quizás con restricciones) sabiendo que aceptarlas significa mucho para el/la anfitrión/a. Un abrazo.