Hace un par de días he vuelto del sur de Francia, donde he hecho un curso de una semana en la Comunicación No-Violenta. Ya sé que llevo tiempo hablándoos del tema, y aunque temo un poco de aburriros con el mismo, no puedo resistir de dedicar un newsletter más a la comunicación.
Os tengo que reconocer que esta forma de comunicar me resulta bastante difícil. Es como aprender un nuevo idioma con nuevas reglas y leyes. Pasamos seis días practicando en juegos de rol, familiarizándonos con esta forma de comunicar que fue ‘inventado’ por Marshall Rosenberg.
De los varios temas y ejercicios que nos tocaban, había uno que me pareció especialmente importante compartir con vosotros. Se llama: Cuatro maneras de recibir un mensaje o de reaccionar ante un «estímulo.» Estas cuatro maneras son: 1) en contra de mi, 2) en contra del otro, 3) hacia mi, y 4) hacia el otro.
De los varios temas y ejercicios que nos tocaban, había uno que me pareció especialmente importante compartir con vosotros. Se llama: Cuatro maneras de recibir un mensaje o de reaccionar ante un «estímulo.» Estas cuatro maneras son: 1) en contra de mi, 2) en contra del otro, 3) hacia mi, y 4) hacia el otro.
- En el primero, en contra de mi, me juzgo, recibo el mensaje como un ataque hacia mi persona, y reconozco que me he equivocado, que no valgo o que he hecho mal. Los sentimientos que me surgen tienen que ver con vergüenza, culpabilidad y depresión. Se trata de algo que yo, interiormente, me digo/cuento a mi misma. (¿Os suena?)
- En el segundo, en contra del otro, juzgo al otro, dirijo lo que entiendo/escucho contra el otro. Allí nos surge un único tipo de sentimiento, sentimientos de cólera. Se trata de que pienso yo del otro.
- En el tercero, hacia mi, siento auto-empatía, me escucho a mi misma. Según la lengua CNV, debería de surgir un diálogo interno que va como: «Cuando yo comprendo X, yo me siento X porque tengo necesidad de X.
- En el cuarto, hacia el otro, llegamos a lo ideal, a la empatía. El diálogo con el otro (ya no es interno) seguirá el patrón de: «Cuando tu me dices X, ¿lo dices porque te sientes X? ¿Porque necesitas X?
Este es el esquema. Claro que explicado de esta manera suena esforzado e inflexible, sobre todo en cuanto al dialogo del punto 4. Os recomiendo practicarlo para ganar algo de naturalidad. Lo importante es la intención, la actitud interior.
Que quede claro, la única forma correcta de recibir un mensaje, es el número 4. Como PAS tenemos un talento natural para esta manera de actuar, pero el problema es que nuestra tendencia suele ser de reaccionar de la primera manera – en contra de nosotros mismos. Puede ser verdad que tenemos la culpa y que hemos hecho algo mal, claro que sí, pero por regla (casi) general, esto no es el caso. Por regla (casi) general nos basamos en impresiones y juicios que son el producto de una baja auto-estima.
Os doy un ejemplo. Alguien te dice, te reprocha, con voz elevada: «Contigo no se puede discutir. ¡Eres demasiado sensible!» Cierra los ojos e imagínate que alguien te dice esto. ¿Cuál es tu primera reacción? ¿Qué el es primer pensamiento que te surge? Algo como: «Si, sí, Fulano tiene razón. Soy horriblemente sensible, y es lógico que no puede hablar conmigo. Hay que ser fuerte, no lo soy. No valgo.» Amigos, ¡ojo! ¡Se trata de un juicio del otro! Además, si dice «demasiado sensible» ¿en qué se basa? ¿Cuánto es «demasiado»? ¿Comparado con qué, exactamente? O sea, ni caso. Culpabilidad fuera, por favor.
En cuanto al punto 2, no conozco a muchos PAS que reaccionan con cólera y rabia (por lo menos no en primera instancia y de forma natural) pero en caso de sí, la reacción sería algo como: «¡Idiota! Siempre te tienes que meter conmigo. ¡Será que tu eres totalmente insensible!» Y esto, claro, es otro juicio – más de lo mismo, pero a la inversa.
Punto 3, el de la auto-empatía, me resulta muy útil. Es, digamos, el bálsamo interior al punto 1. El ejemplo: «Cuando yo comprendo que el otro está frustrado conmigo, me siento triste, porque tengo necesidad de calma y tranquilidad.» Os aconsejo de intentar de colocaros lo más rápido posible en esta actitud, porque te equilibra a ti y a la situación. Una vez allí, en la comprensión, puedes llegar a concretizar temas con la otra persona. Si sabes como te sientes y lo que te hace falta, podrías -también en tu interior- preguntarte a lo que estas dispuesto. En este caso te podrías decir algo como: «Entiendo que Fulano se siente así, pero ¿me iría bien contestarle en otro momento?» Lo que podrías, entonces, expresar como: «Entiendo que te sientes frustrado conmigo, ¿pero te va bien que te conteste mañana por la mañana?» (La concretización es muy importante, para que el otro se puede quedar tranquilo. Eso sí, hay que cumplir, o sea, valga más de que interiormente estás realmente afín con lo que ofreces.)
Y por último llegamos al punto 4, el de la empatía, de la verdadera escucha del otro. Si sabemos colocarnos allí –que puede ser después de haber pasado por la parte interior del punto 3, la comprensión del otro- siguiendo siempre el mismo ejemplo, diríamos: «Cuando tu me dices esto, ¿es posible que lo dices porque te sientes frustrado conmigo? ¿Porque necesitas sentirte apoyado/asegurado?» Y con esto puedes empezar el dialogo.
Surgió una frase en el curso, que me gusta mucho: «La empatía es la necesidad de contribuir al bienestar del otro.» Me parece genial.
Este newsletter ha sido bastante más largo que de costumbre, pero el tema me parece muy importante. He hecho todo lo posible para ser lo más breve y explícita posible, y espero de todo corazón que el mensaje os sirva.
No me quiero despedir de vosotros sin expresar mi gratitud a ese amigo especial que, hace meses, me habló por primera vez de Marshall Rosenberg y de la CNV. De la misma manera doy gracias a Louise Romain por impartir su curso, y a mis compañeros del mismo curso – sin ellos este aprendizaje no hubiera sido posible.
Otra vez os quiero invitar a uniros al grupo que he creado en Facebook, «Sé que la Alta Sensibilidad es un Don, Pero no Siempre es Fácil.»
Cuanto mas somos, mejor, y nos podemos ayudar. Me haría muchísima ilusión encontrarnos en ese espacio e intercambiar ideas.
¡Que tengáis un Agosto esplendoroso!
Os doy un ejemplo. Alguien te dice, te reprocha, con voz elevada: «Contigo no se puede discutir. ¡Eres demasiado sensible!» Cierra los ojos e imagínate que alguien te dice esto. ¿Cuál es tu primera reacción? ¿Qué el es primer pensamiento que te surge? Algo como: «Si, sí, Fulano tiene razón. Soy horriblemente sensible, y es lógico que no puede hablar conmigo. Hay que ser fuerte, no lo soy. No valgo.» Amigos, ¡ojo! ¡Se trata de un juicio del otro! Además, si dice «demasiado sensible» ¿en qué se basa? ¿Cuánto es «demasiado»? ¿Comparado con qué, exactamente? O sea, ni caso. Culpabilidad fuera, por favor.
En cuanto al punto 2, no conozco a muchos PAS que reaccionan con cólera y rabia (por lo menos no en primera instancia y de forma natural) pero en caso de sí, la reacción sería algo como: «¡Idiota! Siempre te tienes que meter conmigo. ¡Será que tu eres totalmente insensible!» Y esto, claro, es otro juicio – más de lo mismo, pero a la inversa.
Punto 3, el de la auto-empatía, me resulta muy útil. Es, digamos, el bálsamo interior al punto 1. El ejemplo: «Cuando yo comprendo que el otro está frustrado conmigo, me siento triste, porque tengo necesidad de calma y tranquilidad.» Os aconsejo de intentar de colocaros lo más rápido posible en esta actitud, porque te equilibra a ti y a la situación. Una vez allí, en la comprensión, puedes llegar a concretizar temas con la otra persona. Si sabes como te sientes y lo que te hace falta, podrías -también en tu interior- preguntarte a lo que estas dispuesto. En este caso te podrías decir algo como: «Entiendo que Fulano se siente así, pero ¿me iría bien contestarle en otro momento?» Lo que podrías, entonces, expresar como: «Entiendo que te sientes frustrado conmigo, ¿pero te va bien que te conteste mañana por la mañana?» (La concretización es muy importante, para que el otro se puede quedar tranquilo. Eso sí, hay que cumplir, o sea, valga más de que interiormente estás realmente afín con lo que ofreces.)
Y por último llegamos al punto 4, el de la empatía, de la verdadera escucha del otro. Si sabemos colocarnos allí –que puede ser después de haber pasado por la parte interior del punto 3, la comprensión del otro- siguiendo siempre el mismo ejemplo, diríamos: «Cuando tu me dices esto, ¿es posible que lo dices porque te sientes frustrado conmigo? ¿Porque necesitas sentirte apoyado/asegurado?» Y con esto puedes empezar el dialogo.
Surgió una frase en el curso, que me gusta mucho: «La empatía es la necesidad de contribuir al bienestar del otro.» Me parece genial.
Este newsletter ha sido bastante más largo que de costumbre, pero el tema me parece muy importante. He hecho todo lo posible para ser lo más breve y explícita posible, y espero de todo corazón que el mensaje os sirva.
No me quiero despedir de vosotros sin expresar mi gratitud a ese amigo especial que, hace meses, me habló por primera vez de Marshall Rosenberg y de la CNV. De la misma manera doy gracias a Louise Romain por impartir su curso, y a mis compañeros del mismo curso – sin ellos este aprendizaje no hubiera sido posible.
Otra vez os quiero invitar a uniros al grupo que he creado en Facebook, «Sé que la Alta Sensibilidad es un Don, Pero no Siempre es Fácil.»
Cuanto mas somos, mejor, y nos podemos ayudar. Me haría muchísima ilusión encontrarnos en ese espacio e intercambiar ideas.
¡Que tengáis un Agosto esplendoroso!