Hace un mes escaso empezamos este nuevo año, un año que seguramente aportará muchos cambios. Por un lado serán cambios que nos llegarán por fuera y a los que no nos quede otro remedio que de adaptarnos. Si son buenos, no nos costará mucho, si son difíciles, nos costará más y debemos ser pacientes con nosotros mismos. En ambos casos conviene mantenernos en una actitud de curiosidad para poder descubrir – en caso de bueno- como se ha producido la situación positiva para poder sacar un máximo provecho y duración, y –en caso de difícil- para poder descubrir lo que podemos aprender de ello y, con creatividad, salir adelante.
También hay cambios que hemos buscado nosotros mismos, fruto de las buenas intenciones que nos propusimos al principio del año. ¿Qué tal con las intenciones? Muchas veces empezamos bien, y muchas veces las intenciones no duran mucho. Nos olvidamos o nos resulta mucho más difícil de lo que en un principio pensábamos. Está claro que, especialmente para nosotros y nuestra manera de funcionar, una intención que es más una auto-exigencia que una verdadera intención, no va a funcionar. Si por ejemplo nos hemos propuesto de perder peso, y hemos añadido la condición –la auto-exigencia- de que al final de este mes debemos haber perdido tres kilos, en realidad nos hemos puesto una trampa. Ponerse una meta es muy buena, pero cada meta conlleva el riesgo de que no se cumpla. Para que una intención funcione, tenemos que ser reales y escucharnos bien. Una meta que no se cumple puede afectarnos en nuestra auto-estima. Muchas veces pasa que, en lugar de ajustar la meta poca realista a una meta realista y factible, llegamos a la conclusión de que hemos fracasado.
¿Qué hacer? Ante todo, querernos a nosotros mismos. Si vemos que no vamos a alcanzar el objetivo de los tres kilos, nos conformamos con lo que hemos conseguido, y nos felicitamos por los dos kilos que nos hemos podido quitar de encima. ¡Sobre todo nada de látigos! (Sigo con el ejemplo de perder peso, porque es un ejemplo claro, pero por supuesto va para todas las intenciones). Es muy difícil cambiar una actitud de un día para otro, y hay poca gente que tenga suficiente voluntad y perseverancia como para lograrlo. Si no lo consigues la primera vez, inténtalo de nuevo con un objetivo menos riguroso. Si la vecina quiere perder tres kilos, no quiere decir que tu también tienes que perder tres kilos. Tu metabolismo es diferente, y también tu estilo de vida y tu necesidad de alimentarte. No llegar a un objetivo no iguala a ser un fracaso, sino que iguala a ser humano. Y es justamente por ser humano, que podemos perdonarnos, reajustar el objetivo e intentarlo de nuevo. Nadie ha aprendido a caminar de una sola vez. O sea, en lugar de tirar la toalla, vale más cortarla en toallitas más pequeñas que vamos utilizando una por una – pasito por pasito.
Como sabes, un coach te puede ayudar en buscar objetivos reales y alcanzables, y de cumplirlos. Es más fácil llegar a metas teniendo a alguien de cerca que te acompañe en lo que te hayas propuesto. Si no puedes disponer de un coach, a lo mejor podrías buscar a alguien en tu alrededor que te pueda servir como punto de apoyo.
Aprovecho de este correo de re-enviarlos un link de YouTube que me ha mandado Davinia. No es un video nuevo, ya tiene 17 años y ya lo vi en su día. Pero como pasa con muchas cosas, y sobre todo con las cosas del Internet, son tán efímeras e intangibles que son fácilmente olvidadas. Es la historia de La Niña que Silenció el UNO por Cinco Minutos. Es impactante en varios sentidos. Duele. Pero lo que más duele es el hecho de que en todos estos años se ha hecho tan poca cosa. ¿Seremos capaces de aumentar la conciencia de la humanidad en general? http://www.youtube.com/watch?v=DLV6jaZFLro
Os deseo paciencia y entusiasmo, paz y creatividad. Ya sabéis donde encontrarme si tenéis dudas o preguntas o si simplemente queréis hacer algún comentario. Siempre intentaré contestaros.