Cada año me gusta escribir un pequeño artículo sobre ‘las Fiestas’, vistas a través de las gafas de una PAS. El año tiene muchas fiestas, pero todo el mundo sabe que, con ‘las Fiestas’, nos referimos a la Navidad, Noche Vieja y Reyes. Son días de mucho peso y de mucha tradición.
Personalmente os confieso que a mí me gustan y no me gustan. La parte que me gusta es la parte silenciosa, la parte interior, la preparación a través de las semanas del Adviento. Me gusta pasarlas a solas, en la naturaleza, o en petit comité familiar. Velas, una comida sencilla, el olor a galletas y bizcocho en el horno, regalos preferiblemente no, pero a veces la familia insiste en detallitos. Celebrar la familia y celebrar desde la gratitud todo que ha pasado durante el año, celebrar la cercanía y el amor.
La parte de la que huyo es la parte comercial, esa parte ruidosa, de publicidad, música ‘Christmas’ a tope, las compras abultando, regalos caros y suntuosos y, generalmente, totalmente innecesarios… todo esto me produce un profundo rechazo. Celebrar el Nacimiento de Jesús con ostentación, con (cierta) decadencia y saltándose el motivo verdadero de la celebración, me parece una aberración. En Navidad se celebra el Nacimiento del niño Jesús en la cueva y la visita de los pastores. Los pastores le regalan al Niño leche, una piel de oveja y harina, le regalan lo que tienen y que le puede ser útil al pequeño bebé en el pesebre. Todo respira Amor, devoción y humildad.
Menos mal que este año no nos envenenan con mensajes que incitan al odio, al rechazar a aquellos familiares y amigos que no se han inoculado, y gracias a Dios que este año a nadie se le ocurrirá abrir las ventanas. Este año será posible celebrar como toca y como muchos nunca han dejado de hacer: con abrazos, con besos y sin paranoia. Ah, y con toda la familia, y no un máximo de seis comensales. Cómo nos han estafado, cómo se han burlado de nosotros; no lo olvidemos. Al final hemos visto que inoculado o no, todos pueden enfermar y que la protección ha sido, y sigue siendo, una fábula. Bendita sea la celebración de Navidad como fiesta de inclusión.
Luego, la noche vieja… ¿Coméis uvas? Soy quizás un poco extraña pero a mí, solamente pensar en la ‘obligación’ de tragarme 12 uvas rancias y arrugadas dentro de unos cuantos segundos, me produce estrés y una sensación de agobio. Las uvas me gustan, pero recién cogidas y crujientes, para comérmelas en otoño, cuando el tiempo todavía es suave, de sobremesa y con tiempo, mucho tiempo… O leyendo y, mientras tanto y de vez en cuando, metiéndome una en la boca y realmente saborearla, desde el momento de la ‘explosión’ de la baya, hasta dejar deslizar el pulpo fresco por le lengua y, finalmente, escupir la pepita lejos, y con fuerza – ese último me produce hasta satisfacción. Hm, sí, soy extraña.
Más estrés todavía, y malestar, me produce el jaleo de los petardos y los cohetes, aparte de que no les veo el sentido. Los animales, asustados, temblando de miedo sin saber dónde esconderse. Ya sabéis: PAS y ruido/sorpresas no suelen casarse muy bien. Soy de las que prefieren ir a dormir a la hora normal. Rara y aburrida, pero muy contenta. Cuando me despertaré, tempranito como siempre, daré la bienvenida al 2023, que, según los astros, promete ser un año más suave en que muchas verdades saldrán a la luz. Ojalá.
Y por terminar, los Reyes… ¿qué decir? Si se celebra que los Magos del Oriente vienen a visitar al recién nacido Jesús para entregarle, lleno de devoción, mirra, oro e incienso, no entiendo –una vez más- el ruido y la exageración de una fiesta para niños que, justamente, podría servirles para aprender sobre la veneración y la devoción, valores que en nuestros tiempos generalmente brillan por su ausencia.
Sí, lo sé, rara y aburrida, pero para nada amargada, como alguien me reprochó alguna vez. Para mí, como PAS que soy, son fiestas íntimas, anímicamente calurosas, celebraciones del Amor y lo divino, de la Luz que vuelve a brillar en los corazones de los hombres, días en que pensamos con calor anímico a aquellos que ya no están con nosotros, a otros que están enfermos, a aquellos que pasan por pobreza, que no pueden permitirse lujos, muchos que perdieron todo. Quizás conocemos a alguien a quien podemos invitar si sabemos que le haría ilusión. ¿Te recuerdas de la fiesta de San Martín, el 11 de noviembre? Es una fiesta que pertenece al ciclo de las fiestas de Navidad, y el acto de San Martín puede servir como un buen ejemplo para un gesto de acorde con el espíritu navideño.
La auténtica alegría brota del compartir, de los abrazos, de la cercanía, de la devoción y del Amor sentido y vivido.
Dicho lo dicho, y sintiéndolo con todo mi alma, os deseo a todos, realmente a todos, unos días preciosos de introspección, de reflexión, de calor anímico, días que os permiten sentir –silenciosamente- como esa luz de esperanza calienta e ilumina el corazón y que esa sensación bella, pura y profunda, sea contagiosa.
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imagen: unsplash
6 comentarios
Hola Karina, un año más y sigues ayudándonos con tus vivencias, consejos y sabiduría.
Yo también soy rara, aburrida y nada de amargada, aunque también incomprendida pero gracias a tí descubrí mi rasgo y lo voy gestionando cada día mejor y «me gusto». Es un placer decir que me gusto porque hasta hace poco no me gustaba como era y es que no me conocía.
Gracias Karina, que pases unos bonitos días y un abrazo muy sentido de Eva
Hola Eva, gracias por tu feedback. Espero que hayas podido disfrutar de la Navidad, pero ya entiendo que sí, que te la has podido pasar a tu gusto. Yo también. Te deseo lo mejor para el 2023, y que sigas gustándote! Un fuerte abrazo.
Gracias Karina por el post. Ya hace años que me dí cuenta de .. «Cuidado, llega la época navideña.. entre final de tareas profesionales del cuatrimestre, reuniones familiares y de amistades (que me encantan..), actividades culturales y compras.. y todo lo que conlleva este periodo.. en algún momento, la energía se me agotará y lo pasaré algo mal»… y desde que hace tres meses tuve ocasión de asistir a un taller sobre la Alta Sensibilidad que se organizó en mi univerisdad, y descubrir «esto» (lo que significa ser PAS, y que yo me identifico en casi todo lo que conlleva este rasgo de personalidad), ahora, al menos, lo(me) entiendo mejor, y cada día, un montón de veces, me lo recuerdo… Por ejemplo, y gracias a tu post, ya tengo preparada la frase para esta Nochevieja.. «Ah, te comes las uvas con las campanadas a disgusto.. por mimetizarte en el entorno social, pero es normal que no te guste porque no es el ritmo «natural» de comerlas».. o no sé.. igual este año no me las como y me quedo tan tranquila.. jiji..
Buenas (las mejores posibles) Navidades!!
¡a todo el mundo.. PAS y NoPAS!
Hola Ainhoa, gracias por tu feedback y por compartir un poco de tu experiencia. Puedes tomas las uvas a tu ritmo, no tomarlas o jugar el juego y estresarte… ¿Sabes? Haz lo que en ese momento te apetezca, lo importante es comprender por qué te sientes como te sientes y dejarlo ir. Nada de sentirte culpable. Sean como sean tus fiestas, espero que las disfrutes a tu manera. Un fuerte abrazo navideño.
Gracias Karina, por este post tan bello e íntimo. He sentido calorcito leyéndote y además comparto la misma visión que tú acerca de la Navidad, palabra por palabra, aunque yo tenga que lidiar un poco con la ciudad.
También te deseo unos bonitos días de instrospección y calorcito anímico. Un abrazo tierno.
Gracias, querida Ana, por tu feedback. Qué tus fiestas sean como un manto calentito… Un fuerte abrazo.