Soy PAS y me robaron

Que te roben no tiene que ver con el rasgo, claro que no. Ser robada o robado les pasa a mucha gente, PAS y no-PAS. Lo que me interesa del tema es como las PAS reaccionamos ante un acontecimiento de este tipo, al mismo tiempo teniendo claro que una persona que no comparte el rasgo podría reaccionar con la misma intensidad emocional.

Cómo algunos sabéis, hace cinco días me hackearon mi cuenta de Instagram. Evidentemente no me lo esperaba, y cuando pasó, en seguida me puse muy nerviosa, tan nerviosa que, cuando casi al mismo instante me llegó un correo de Meta preguntándome que esa persona de ‘cerca de Madrid’ que había entrado en mi cuenta, había sido yo, y yo, con los nervios y el susto, contesté que ¡sí!. Los cables cruzados, vamos.

Os cuento cómo pasó y cómo reaccioné para evitar que os pase lo mismo, ya que agradable no fue ni es y, en este momento, ni siquiera tengo claro si tendrá solución porque, hasta el día de hoy no he podido recuperar la cuenta.

En el app recibí un mensaje de una seguidora a quien no conozco personalmente y tampoco sé cómo se llama, pero cuya foto de perfil me es familiar. En el mensaje me pidió un favor, y cómo esa pregunta me pareció un poco vaga, le contesté que en principio sí, pero que hay favores y favores. A continuación me contó que estaba participando en un concurso de influencers y que necesitaba votos. Un favor bastante pequeño e inocente, y como a mí me encanta que la gente tenga éxito, aparte de aquello de ayudar es muy de las PAS, le dije claro, y que me mandase el enlace. No te preocupes, me dice, te lo mando y me lo devuelvas. Ya… Tal cual. No estaba muy presente (estaba en la tarea de contestar correos), y cuando me llegó ese enlace por SMS (un código acompañado del texto, ‘devuélvamelo y no lo compartes con nadie’), se lo envié en seguida, y al mismo instante sabía que algo no cuadraba. ¿Cómo conocía esta mujer mi número de teléfono para mandarme un SMS? Muy poca gente tiene mi número de teléfono, y desde luego no está publicado en ninguna parte. Claro… Me saltaron todas las alarmas, y cuando me llegó ese mail con el aviso de que un dispositivo desconocido había entrado en mi cuenta, preguntándome si lo había sido yo, con los nervios a tope y mis venas llenas de adrenalina, contesté que, sí, que había sido yo (evidentemente tenía que haber dicho que no.) Vaya error. Vaya estrés.

Entendí que la pobre chica del mensaje había sido hackeada antes. Se lo estaría pasando fatal. Si leyes esto, querida seguidora, mucho ánimo, sé cómo te sientes.

El siguiente paso, claro, es intentar recuperar la cuenta. Instagram tiene soluciones para todo, ¿verdad? Entro en lugares cómo, ¿Crees que te han hackeado tu cuenta?, Recupera tu clave, y similares. Y eso todavía con los nervios a tope y la adrenalina a tope. Estoy como una poseída pasando por estos protocolos robóticos que Meta te ofrece para solucionar temas de este tipo, entrando en bucles y más bucles, esperando códigos de autentificación que no llegan… y mientras tanto empiezan a llegarme mensajes, uno tras otro, de gente que se ha dado cuenta del robo de la cuenta, algunos con avisos, otros con consejos, enlaces de todo tipo… el teléfono no para y, si es posible, con cada ‘ping’ me siento peor. Algunos hasta me llaman para consolarme, hablarme y calmarme, y no soy capaz de contestarles decentemente… les dejo hablar mientras sigo mirando las páginas y páginas con supuestas soluciones de las cuales ni una me sirve… Impotencia es lo que siento, una frustración enorme, pero al mismo tiempo una determinación férrea de conseguir recuperar la cuenta.

Buscar soluciones desde el portátil no es lo mismo que hacerlo desde el móvil (!) y me di cuenta que el móvil ofrece la posibilidad de mandar un vídeo con tu imagen, una posibilidad para las cuentas que llevan foto de perfil. Me relajo. Esta será mi solución. Hago este vídeo, aunque sea con la cara todavía retorcida de los nervios, pero ya noto como me voy relajando, ya que, es obvio, yo soy yo. Al cabo de cuatro, cinco horas (me puse a limpiar la casa y me fui al bosque con las perras y conseguí calmarme, y hasta me reí de mi misma y de mi estupidez) me llega el correo diciendo que la persona del vídeo no soy yo. ¿Hein?

Repito el vídeo, esta vez con más calma todavía, es obvio que yo soy la de la foto, y confío plenamente es esta solución. Pero me llega el mismo mensaje: No me han reconocido como la persona de la foto del perfil. Hago otro vídeo, más de lo mismo. Para el cuarto vídeo me pongo más lista –sigo confiada en que la posibilidad el vídeo tiene que ser la que me vaya a resolver el tema ya que no me queda otra- y me pongo los pendientes que llevo en la foto del perfil, las gafas que llevaba, y el jersey. Que va. Tampoco me reconocen. ¿Qué pasa con esa gente que controlan estos vídeos? ¿Son ciegos? ¿Son mis hackeadores? No entiendo nada de nada. Lo que me queda es la opción de los mismos pendientes, las mismas gafas, el mismo jersey y, cómo último cartucho… ¡el mismo lugar! Curiosamente, de este último vídeo, que hice antes de ayer, todavía no me llegó la respuesta. ¿No trabajan en fin de semana? ¿Se han cansado de mí? O, visto lo visto, ¿a lo mejor no se envió? ¡Vaya pesadilla!

Desde el principio de esta historia notaba como, al intentar de resolver el tema, me iba saturando muy rápido. Una persona saturada no funciona de manera óptima. Insistir en algo desde un estado de saturación es contraproducente y lleva a cometer errores. Una vez que, después de que el primer susto había pasado y la sensación aceptación iba ganando en fuerza, decidí seguir intentando recuperar mi cuenta, pero durante un rato muy limitado por día. Una media hora máxima y no más; total, ya me había aprendido de memoria los supuestos consejos y sus bucles, y en teoría no había nada más que podía hacer aparte de volver a recorrer las páginas robóticas que Instagram me ofrecía. ¡Qué frustrante es aquello de comunicar con un robot! Las máquinas no tienen calor humano ni empatía. Tenía muy claro que enfadarme sería contraproducente, y menos mal que no me costó nada darme cuenta que lo que pasó, pasó por mi propia falta de atención. La única responsable de mis actos soy yo. Nada de victimismo, por favor. Ahora, cinco días más tarde, ya no gasto energía en este tema. Lo que sí me da pena es la gente que entra en la cuenta hackeada, no se da cuenta que algo extraño ha pasado (menos mal que las PAS somos perspicaces) y que se pone a seguirla o, incluso, cae en la trampa del timo de los bitcoins, el post de engaño de mis hackeadores.

En cuanto a la intensa emocionalidad reactiva de una PAS, os comento que en este caso que es el mío, fue sobre todo durante las primeras dos horas que lo pasé muy mal (incredulidad, impotencia, frustración, verme como muy pequeña ante un sistema robótica gigante que no escucha ni sabe de empatía, saturación y picos de estrés agudo). Luego, gracias a la resiliencia que también es inherente al rasgo de la alta sensibilidad, pude tomar distancia de lo ocurrido y la ‘perdida’ para enfocarme en cómo reconducir y re-crear. Si se te cierra una puerta, otra se suele abrir. Quizás no soy capaz de ver la siguiente puerta, pero esto vendrá. Menos mal que el tema no me ha quitado sueño, y lo único que ahora, cinco días después del robo, me queda es una leve irritación sobre lo pasado, pero ya no gasto energía en el tema. Ya está. Tenía que haber estado más atenta. La próxima vez que alguien me pide ayuda, tendré más cuidado.

Espero que este escrito os sirva como toque de atención de cara a las personas que quieren aprovecharse de nosotros, PAS y no-PAS. Cuando estáis en redes, estad atentos y presentes. La maldad existe. Ojalá que nunca te pase, pero sé que, tristemente, el hackeo (y todo tipo de robo de datos y materia física) es algo que pasa muy a menudo y que puede tener consecuencias mucho más serias que las que sufrí en mi caso. Al mismo tiempo espero que, si os pasa algo similar, lográis guardar la calma o bien consigas calmarte lo más rápido posible para mirar la situación, por muy desagradable o difícil que sea, con objetividad y sin apego. Una mente calmada te hace ver nuevas posibilidades y otras soluciones.

Ayer escuché a alguien que decía una frase que me llegué al corazón:

‘No se puede cambiar el infierno, sólo puedes decidir salir de él’.

P.D.: ¡He recuperado mi cuenta original! y espero veros allí: @altamentesensible

Unos consejos:

  • Cambia tus claves y passwords
  • Si te saturas, ¡para!
  • Haz alguna actividad física para descargar la cabeza
  • Avisa a otras personas en caso de que sea necesario
  • Dedica un máximo de tiempo al día a buscar soluciones
  • Si no te queda solución y no consigues recuperar lo robado, despégate de lo perdido y tómalo con filosofía
  • Por cada puerta que se cierra, por lo menos una nueva se abrirá.

Artículos relacionados:

imagen: Mika Baumeister

4 comentarios

  • by Carol, post on | Reply

    Hola Karina, entiendo muy bien tu situación y cómo te sentiste porque de la noche a la mañana instagram (en mi caso) también capó mi cuenta antigua y se quedó con todo el contenido, alegando un mal uso de la red social (que todavía no he logrado entender ya que nadie de IG respondía a mis dudas). Me cansé de enviar fotos con un código y que identificaran que yo era yo y que quería recuperar mi cuenta. Me pasó tal y como tu cuentas a nivel emocional. A día de hoy, 2 años más tarde sigo sin haber recuperado la cuenta y a veces siento mucha frustración cuando pienso en ese hecho porque estaba embarazada y perdí todas las fotos que, orgullosa de mi barriguita, colgaba. En fin…deseo que puedas recuperarla. Un abrazo! por cierto era tu seguidora 6.000, a la que le enviaste el libro (pero desgraciadamente correos lo devolvío).

    • by Karina Zegers de Beijl, post on | Reply

      Hola Carol, gracias por tu feedback y por compartir tu experiencia. Qué pena, haber perdido estas fotos con gran valor sentimental. Es muy bonito colgar tus fotos en redes, pero al final tienen mucho más valor los álbumes físicos de antes. Yo tengo un montón y mis hijos también de su infancia. Me daría mucha pena perderlos. Y, por cierto, no me devolvieron tu libro… Un abrazo.

  • by Cristina, post on | Reply

    Mucho ánimo, estas cosas pasan y es muy importante la “actitud” que decidas tomar ante situaciones de este calibre. La situación, una vez que se da, ya no hay marcha atrás. Puedes tomártelo a la tremenda o pensar, “tranquila, esto ha pasado y voy a tomármelo de la mejor forma posible”.
    Hace dos años, me reventaron la puerta de la cocina y me desvalijaron la casa…mi cuerpo se estremeció de pies a cabeza, tuve escalofríos y temblores, me sentí que habían violado mi intimidad. No hubo nada a hacer, perdí cosas valiosas sentimentalmente…
    Pero me di cuenta que, afortunadamente, no estábamos en casa ni nosotros ni mi amada perra Amy…no hubiera soportado que le hubieran hecho daño.
    Después de todo, las cosas materiales no son importantes, pero sí nuestra vida y la de nuestros seres queridos!
    Recibe un fuerte abrazo Karina 🤗 😘

    • by Karina Zegers de Beijl, post on | Reply

      Ay, Cristina, que horror, que pesadilla! Gracias por compartir tu experiencia y chapeau por tu actitud. No se puede comparar perder una cuenta en Instagram con un robo personal y perder cosas personales. Es una experiencia horrorosa si te invaden tu espacio vital dónde te crees segura y acogida. Es fácil no enervarse sobre la pérdida de una cuenta; en tu caso habrá sido mucho más duro. ¡Te admiro! Un abrazo fuerte.

Leave a Reply

Your email address will not be published.